Experiencias

Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.

martes, julio 13, 2010

Economía y ratas de ciudad: cero religión, pura ansiedad

Uñas mordidas, multiplicado por bocinazos frenéticos, más miradas de reojo al reloj, elevado a las puntas de birome mordisqueadas: ¿Cuál será la verdadera ecuación de la ansiedad, y su relación con la economía?

En los últimos años, académicos provenientes de campos como la economía, la psicología y el marketing comenzaron a poner el foco en la influencia que tiene la consideración del tiempo (y su escasez) en distintas sociedades.

“El vínculo entre la ansiedad y las variables económicas es muy estrecho”, explica a Clarín Robert Levine, profesor de psicología en la Universidad de California y uno de los mayores especialistas mundiales en estudios de “tiempo y cultura”. “En general, la gente que vive en lugares donde se valora más el ‘no desperdiciar tiempo’ gana más dinero”, sigue.

Levine escribió “Una geografía del tiempo”, que en la Argentina editó Siglo Veintiuno, una suerte de “Elogio de la Lentitud” (Carlo Honore), pero con precisión científica.

Uno de los mayores desafíos que enfrentó Levine fue el de encontrar una medición de ansiedad que fuera universal y facialmente cuantificable. Así, sus colaboradores tomaron nota en más de 30 capitales del mundo de la velocidad a la que la gente camina (“es mi medición favorita, clara y universal”, explica Levine), pero también hicieron otros experimentos divertidos:

Colocaron sensores en los ascensores corporativos de distintas ciudades para determinar cuánta gente presiona el botón para cerrar la puerta antes de que esto ocurra automáticamente.

A propósito, los colaboradores dejaron el auto parado en plena calle cuando el semáforo cambia de rojo a verde y cronometraron cuánto tiempo tardó en promedio el primer bocinazo de los autos de atrás.

Se le pidió a la gente de distintas ciudades que estimen mentalmente el transcurso de un minuto (como en el programa del TV: a los más ansiosos el tiempo se les va en 40 segundos, o incluso menos). O se midió una conducta típica reveladora de ansiedad: completar la frase del otro en una conversación.

“En América latina, las reglas que tienen que ver con el tiempo son mucho menos estrictas que en Europa o en los EE. UU”, sostiene el académico.

En la Argentina, recientemente la agencia de publicidad JWT realizó un relevamiento, vía encuesta, y determinó que el país ocupa el cuarto puesto a nivel mundial en un “anxiety index”, y es el primero en América latina.

“Lo que se ve en este tipo de estudios a nivel internacional es que hay una relación muy estrecha -y negativa- entre la ansiedad y variables económicas, principalmente el consumo”, explica Gonzalo Fonseca, planner de JWT.

El 25% de los argentinos se califica como “muy ansioso”. Como las “ratas de ciudad” de las que habla la canción de Ratones Paranoicos: “No tengo religión, tengo ansiedad”.

No hay comentarios: