Experiencias

Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.

martes, octubre 19, 2010

¿Cómo lograr ser un buen líder?

Para aproximarnos a la respuesta debemos posicionarnos desde dos ángulos distintos pero relacionados: desde el que como líderes nos fuera asignado y desde el lugar de estar siendo liderados. Para esto corresponde preguntarnos cómo nos gustaría que fuese nuestro jefe, nuestro líder sin caer en el error de pensar que ambos conceptos son sinónimos, aunque tengan puntos de coincidencia.

Es clave tener en cuenta al otro, es decir a todas aquellas personas que conforman el equipo, buscar el modo para hacer que el otro se sienta parte y comparta la visión, las expectativas y los proyectos.

Una herramienta de la que hay que valerse es la “escucha activa” que no es tan simple como a priori creemos ya que no basta sólo con hacerle creer al resto que los estamos escuchando, sino que implica una escucha atenta y una mirada abierta hacia lo que los demás proponen, generando espacios de discusión, de debates, de proliferación de ideas.

El líder alienta a que las opiniones sean dichas y tolera la diferencia, puesto que en lo diferente encontramos la diversidad y en ella múltiples opciones y oportunidades de mejorar constantemente.

El líder orienta, guía, fija objetivos claros y alcanzables; es fuente de permanentes consultas, lo cual supone un esfuerzo adicional porque no siempre lo que se intenta transmitir es lo que se recibe, en este momento se pone a prueba la paciencia, tolerancia y capacidad de descubrir nuevas alternativas a la hora definir los objetivos y las estrategias para lograrlos.

El líder no teme a descubrir nuevos talentos, sino que los acompaña en su desarrollo, en su búsqueda, esto a su vez lo obliga a él mismo a seguir mejorando y colabora en su propio crecimiento puesto que lo saca de esa posición de comodidad en la que muchas veces se encuentra, siendo esto último ventajoso para la organización. El contar con un equipo que permanentemente está activo exigente convierte a la empresa en competitiva.

El líder debe poder delegar, labor no muchas veces fácil y que además conlleva un monto de ansiedad bastante elevado. Existe la creencia de que “si las cosas no se hacen como yo las hago no están bien hechas”, provocando el error del “prefiero hacerlo yo mismo, para asegurarme que va a estar bien hecho”.

Hay que animarse a confiar en las personas y dejarlas hacer, esto aliviará de un desgaste muchas veces innecesario y un agotamiento sin sentido que restringe otras posibilidades de desarrollo.

Se debe tener una mirada introspectiva y crítica, poder valorar lo positivo de la competencia y no centrarse en sus aspectos negativos porque se podría caer en la comodidad de la mediocridad. Incluso es bueno para un líder animarse a contar equivocaciones cometidas desde el parámetro del aprendizaje.

Permitirse ser creativo, aprender a reinventarse como equipo, renovar los integrantes, no limitar los conocimientos, dejar que cada uno explore -siempre que los tiempos de la organización lo permita- otras facetas que quizás se reprimen porque nunca se sabe cuándo se necesitar que un jugador cambie de posición.

Pero lo más importante de todas estas cuestiones es el respeto. Respeto por el equipo y por la individualidad. Una frase de Ram Charam resume: “no existen personas incapaces, la incapacidad se da en el matrimonio existente entre el puesto requerido y la habilidad de la persona que buscamos para cubrir el mismo”.

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