Experiencias

Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.

jueves, junio 14, 2012

Cómo manejar el estrés


Más pesado y más torpe. Literalmente eso es lo que obtienes con el paso del tiempo cuando no manejas el estrés de forma efectiva. Por desgracia, se trata de un factor de vida para todos los que viajan en el carril de alta velocidad empresarial. La buena noticia es que si se maneja de manera correcta, el estrés puede estimular tu energía, ayudar a que se resuelvan tus problemas cotidianos y aumentar el rendimiento de tu memoria.
Existen varias razones por las cuales el estrés mal manejado se puede convertir en una crisis. En primer lugar, puede provocar falta de sueño, lo que derivaría en una interrupción de la regulación de insulina y, por lo tanto, en aumento de peso. Además, a niveles altos puede resultar en efectos adversos en la memoria y comprometer tu sistema inmunológico.
Si eres dueño de negocio o administrador general de una organización y casi todo el tiempo estás estresado, entonces quizá también tu equipo se encontrará en la misma condición. Considera que las neuronas espejo en el cerebro detectan cuando nuestros jefes están molestos y reflejan la emoción.
¿Cuál es el resultado? Cuando el líder está molesto, todos en la oficina se ponen ansiosos. La toma de decisiones, el respeto común y la colaboración se van por la ventana. En resumen, le dices adiós a tus mejores colaboradores.
La solución está en no tensarse demasiado debido al estrés. Hay algunas cosas muy sencillas que te ayudarán a asegurar que el fuego en tu estómago se convierta en el combustible que necesitas para generar tu próxima gran idea, y no una nueva úlcera. Aquí tienes los primeros pasos para lograr este cambio en tu vida.
Dormir. Mientras duermes repasas las actividades y sucesos del día, de modo que se codifican en tu memoria. Se hacen asociaciones que te permiten resolver problemas que te acosaron durante la jornada. Incluso una siesta de 10 minutos resetea las neuronas que estuvieron expuestas al estrés en tu cerebro. De esta manera, puedes tomar mejores decisiones y reaccionar de manera más apropiada frente a las situaciones que te estresan.
Antes de una reunión o presentación importante, asegúrate de que estás lo más descansado posible. Así, te aseguras de que tu cerebro haga su trabajo por ti, y no en contra tuya. Recuerda que después de cuatro noches consecutivas de sólo cuatro o seis horas de sueño, terminarás con la misma agudeza mental como si hubieras consumido varias copas de vino, pero sin divertirte.
Si bien es diferente en cada caso, lo cierto es que muchos adultos necesitan dormir entre siete y nueve horas por noche. Cuando no se tiene este descanso, los eventos negativos y las emociones se magnifican y regresan con facilidad, en tanto que los recuerdos de lo positivo disminuyen.
Todo está claro: si estás estresado porque no manejas tu día de forma apropiada, no dormirás bien. Lo que haces mientras estás despierto es crítico para proporcionarle a tu cerebro el descanso que necesita para resolver cosas durante el sueño. Lo que lleva al siguiente punto.
Piensa positivamente. ¿Te has dado cuenta cómo algunas personas no se molestan por cosas que a ti te enloquecen? Toma una lección de meditación budista y esfuérzate para ver todo con menos estrés. La idea es que los objetos no pueden ser estresantes por ellos mismos, más bien tú los interpretas de esa forma. Por eso, vale la pena reorientar tu estrés en algo más positivo.
Por ejemplo, cuando obtengas un rechazo de un cliente –como un obstáculo más hacia el “sí”–, piensa que eventualmente lo obtendrás de otro prospecto. No te paralices y estreses por esa razón. Mejor, sigue adelante y vuelve a intentarlo.
Sueña despierto. Deja que tu mente viaje. A la mayoría se nos ha dicho que soñar despierto es un mal hábito, pero las investigaciones muestran que en realidad nos permite ser más creativos. Cuando reducimos el estrés de la hormona cortisol, la mente es capaz de acceder a regiones de nuestro cerebro que no están disponibles cuando estamos estresados.
Así que cierra tu puerta, apaga cualquier elemento electrónico y literalmente divaga durante 10 minutos. Deja que tu mente viaje. Los flashazos que emerjan del interior podrían ser tu próxima idea millonaria.
Ríe. Sin duda, es uno de los más rápidos inhibidores de estrés. Contrarresta el cortisol y permite que tu cerebro aprenda y piense nuevas cosas. Cuando te pones serio, te encuentras en un formato de protección; sólo te sirve para resolver problemas viejos, no para crear futuro. La recomendación es la siguiente: bromea, convive con gente graciosa, ve videos divertidos en YouTube y hasta ríete cuando vayas camino al banco.
Si trabajas a un ritmo tan rápido y duro como la mayoría de los emprendedores, lo más seguro es que el estrés se encontrará en tu camino. Pero con un cambio de perspectiva, el sueño y el tiempo destinado para descansar te serán de utilidad para sacar a flote la mejor forma de resolver los conflictos que se te presenten a diario. Además, tendrás un pensamiento creativo y colaborativo, lo que te hará infalible.
Ahora bien, recuerda que tu habilidad para hacer dinero es directamente proporcional a la de resolver problemas para tus clientes. Encontrar soluciones efectivas es una de las características más valiosas que puedes tener como empresario. El perfeccionar esta aptitud es la base para obtener beneficios esenciales. Por ejemplo: ganar tiempo, hacer dinero y encontrar la próxima gran idea para tu negocio.
Existen tres mitos acerca de la resolución de problemas, que deben eliminarse antes de hablar sobre cómo volverse efectivo en este renglón.
 Mito 1. Resolver problemas y el pensamiento crítico, son lo mismo.
Hecho. Solucionar conflictos es un derivado de su primo más grande: el pensamiento crítico. Y más bien tiene que ver con el tema inmediato, mientras que su pariente es un elemento necesario para asuntos de estrategias a largo plazo.
Mito 2. Los que son buenos para resolver problemas intuitivamente desenfundan el arma.
Hecho. La intuición es una parte importante del proceso. Sin embargo, investigaciones muestran que las personas que son más sistemáticas para solucionar conflictos obtienen un mejor resultado utilizando recursos bien planeados.
Mito 3. Si encuentras una buena solución, eres bueno para resolver problemas.
Hecho. Hay cinco pasos para superar las dificultades y debes seguirlos todos para llegar a ser un emprendedor juicioso y profesional.
Toma nota de cada uno de ellos y ejecútalos con éxito:
1. Identificar. Determinar el conflicto correcto para trabajar en él es con frecuencia el punto en el que la mayoría de la gente se equivoca. No es tan simple como crees, pues saltarte este paso es bajo tu riesgo.
Piensa en un negocio que tiene dificultades con el flujo de efectivo. Podría haber varias razones que expliquen esta situación. Para llegar a ellas, hay que realizar las preguntas precisas y ser un detective astuto. No olvides que el que es bueno para resolver problemas, por lo regular, cuestiona muchas cosas para saber lo que en realidad sucede, en lugar de adivinar y tomar decisiones fáciles.
2. Idear. Ahora que tienes una pequeña lista de lo que puede ser el problema, haz una lluvia de ideas para generar todas las soluciones posibles. Para eso, mete a la gente más creativa de tu equipo en una oficina a fin de que propongan diferentes alternativas. Sin embargo, aún no descartes ninguna posibilidad.
El proceso mental fisiológico de generar ideas no es el mismo que el que utilizas para evaluarlas, y tampoco pueden activarse al mismo tiempo. Ambos son procesos críticos. Por esta razón,  no interrumpas el primero para darle paso al segundo. Todo lleva su tiempo.
3. Evaluar. Aquí es cuando ponderas las propuestas que tuviste durante la fase anterior. Primero, dales valor a las ideas basadas en el impacto de un objetivo, y después analiza su complejidad. ¡Ojo! Complejidad no quiere decir dificultad. Más bien se determina por dos factores: tiempo y dinero.
¿Puede la idea dar buenos resultados en el tiempo disponible y se ajusta a las limitaciones del presupuesto? También pregúntate qué tanto impacto tendrá, tomando la complejidad que implicará como referencia. La fórmula perfecta: ideas de alto impacto con complejidad baja.
4. Ejecutar. Es otro paso que el promedio de los que resuelven problemas se saltan. No es bueno tener un gran plan y luego estropearlo en su ejecución. Todos hemos estado en esas juntas donde la lluvia de ideas termina en algunas nobles intenciones. Evita esto y traza un plan para realizarlas. No forzosamente tienes que ser el ejecutor, pero sí debes asumir parte de la responsabilidad de la implementación.
5. Re-examinar. El último paso es dar un seguimiento al progreso de la solución y determinar si es la correcta. Habrá ocasiones en las que el problema aún exista porque la salida no era la indicada. No tires la toalla. Regresa al paso dos y continúa hasta encontrar la alternativa que buscas.

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