Experiencias

Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.

lunes, abril 18, 2016

Dime cómo te relacionas en tu trabajo y te diré qué futuro tienes


Tener amigos, enemigos, ser muy eficaz pero arrogante, adoptar una postura tóxica, ser un pelota, demasiado auténtico, ponerse un 'disfraz', o ir de 'diferente'... Todo influye en tu carrera y en tu puesto.

Suele decirse que si tu lugar de trabajo es un paraíso en el que nadie discute ni discrepa, deberías desconfiar, porque en ese entorno buenista no hay paraíso laboral que valga, aunque tampoco vivir en conflicto permanente te aportará nada bueno... Puedes escoger entre tener amigos en el trabajo, o enemigos, ser demasiado auténtico o mantener una pose falsa... Es posible que decidas convivir con un colega o con un jefe al que odias, adoptar una actitud tóxica, arrogante, ser amigo de quien manda, buscar ante todo a las buenas personas y no a los eficaces... Tira los dados y acepta las consecuencias.

Auténtico, sin pasarse
Para empezar, puedes escoger entre ser auténtico o usar un disfraz para tu vida profesional. En una era en la que innovar resulta determinante, ser uno mismo se impone como requisito, impulsado por tendencias como el mindfulness. Pero ser auténtico no implica ser totalmente transparente ni decir lo primero que se te pasa por la cabeza.

Se trata de expresar y decir lo que verdaderamente piensas y sientes, buscando la forma y el momento. A veces, cuando no te pones una careta y muestras tus emociones, puedes resultar agresivo, pero también corres el riesgo de lo contrario: resultar falso, porque no hay coherencia entre lo que dices y lo que sientes. Y entonces caes en la falta de credibilidad.

Es tu actitud y no tu aptitud lo que determina
tu altura profesional y tu credibilidad

¿Amigos o enemigos?
Hay quien piensa que nunca prosperarás en tu puesto si no tienes amigos en tu trabajo. De hecho, una reciente encuesta de Gallup revela que un buen amigo en el puesto habitual incrementa la satisfacción profesional en un 50%. Y quienes tienen un "mejor amigo" en el trabajo, "son siete veces más proclives a estar comprometidos y enganchados en su puesto".

Otros estudios revelan que "aquellos profesionales que impulsan la amistad en su compañía y organizan actividades sociales en el lugar de trabajo tienen un 40% más de posibilidades de promocionar en los dos años siguientes". Se habla de los "profesionales altruistas" que reportan a la compañía una satisfacción laboral determinante; que se sienten diez veces más enganchados por su actividad; y son un 31% más productivos.

En realidad, se trata de tejer una red de relaciones que te permitan tomar las mejores decisiones y contar con apoyo cuando lo necesites. Cuanto más extensa sea tu red de amigos dentro de la organización, mayor será tu área de influencia y te resultará más fácil tener acceso a proyectos e información.

Pero, ¿puede ser beneficioso tener enemigos en la oficina? En cierto modo, y aunque pueda parecer absurdo, sí.

Huye de los entornos laborales 'buenistas'
en los que se da un consenso excesivo; es de mediocres

Aquí debes plantearte el concepto de frenemy, que se refiere a esas personas -en este caso colegas, que pueden denominarse eneamigos- con las que tienes un vínculo de amistad, pero cuyas acciones y desempeño son nocivos para ti. Esa amistad implica una cierta carga de autodestrucción pero, a pesar de todo, ser amigo de un rival o competidor siempre resulta inteligente. Es lo que se conoce como coopetencia, que es implicarse con quien está en la misma batalla y te lleva a encontrar proyectos y situaciones en las que puedes colaborar, y en las que todos ganan.

Algunos tienden a construirse sus propios enemigos, y hay compañías que optan por crear rivales internos para incentivar la competencia desde dentro.

El buen conflicto
Todo esto tiene que ver con las bondades del conflicto en el trabajo. Que haberlas, háylas.

No se trata de que no exista conflicto, sino de aplicar la mejor manera de resolver las discrepancias, porque eso hace que el enfrentamiento se convierta en algo positivo. Nos saca de nuestra zona de confort, porque la comunicación que implica termina siempre en una toma de decisiones, y esto genera más creatividad e innovación.

Debes huir como de la peste de los entornos laborales en los que se da un consenso excesivo, y de aquellos colegas y jefes que muestran un sesgo demasiado pactista. Son un caldo de cultivo para la mediocridad.

Eficaz y arrogante
Es tu actitud y no tu aptitud la que determina tu altura profesional. Serás mejor o peor, pero lo importante no es si eres una estrella, sino cómo te relacionas con los demás y, de paso, contigo mismo. Y hay dos formas de hacerlo: con arrogancia o con humildad. La segunda opción tiene que ver con tu capacidad para conocer tus virtudes y limitaciones. La arrogancia no te conviene, porque te aleja de la realidad y hace que tus decisiones sean cada vez más pobres y peores. Puede que seas el mejor en alguna faceta, pero debes evitar que eso vaya acompañado de endiosamiento, y que acabe generando una realidad paralela en la que quedes bloqueado.

Ir de 'original'
Algunos creen que lo que realmente vende es ir de original, de diferente, y recurren a rarezas, excentricidades o poses para llamar la atención. En realidad, no vale sólo con generar expectativas si no se aporta valor.

Debes plantearte si la pantalla que has creado te hace mejor profesional y puede brindarte más oportunidades.

Una investigación reciente de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard sostiene que "ser un poco distinto puede beneficiar a la gente en algunas situaciones sociales y profesionales". En todo caso, no se trata de ser diferente respecto del resto, sino de conseguir que te perciban como alguien un poco mejor en algo de tu competencia.

Los límites de la convivencia
  • Resulta inevitable recordar la manida frase: "La gente no se va de las empresas, sino de sus jefes". Por eso, si hablamos de cómo influye la forma en la que nos relacionamos en nuestro trabajo, y cómo ésta repercute en nuestra carrera profesional, cabe analizar dónde están los límites de tolerancia, no sólo frente a nuestros superiores, sino también respecto a colegas de trabajo que nos pueden hacer la vida imposible. En realidad hay estrategias para aguantar, pero también para sacar provecho de cualquier situación:
  • Si la persona te influye negativamente, reinterpreta la situación y convive con ella. Desde la empatía y el respeto, puedes tratar de entender al colega que te hace la vida difícil.
  • No caigas en el principio de la acción-reacción. Busca intereses y valores por encima del otro y de ti. Trata de ser justo y leal con la empresa, con el otro y contigo mismo. Encuentra valores superiores y procura responder cooperando.
  • Es fundamental sentirse respetado y valorado por los compañeros, pero también por tu jefe. Debes saber diferenciar la relación personal de la profesional. Es necesario no caer en el 'coleguismo', a pesar de que fuera del trabajo podamos mantener una estrecha relación personal e incluso de amistad.
  • ¿Es sensato decirle a tu jefe lo que piensas realmente? Hablar con sinceridad extrema a tu superior tiene que ver con la asertividad, que es la capacidad de decir lo que piensas y sientes. Evita el 'vómito tóxico' y haz que la queja sea concreta, porque el objetivo es que algo cambie, y lo que te molesta deje de hacerlo. 
Tino Fernández

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